Ganadería y agricultura
La actividad agropecuaria de la Provincia está prácticamente circunscripta a la ganadería, y en especial a la cría de ovinos. Esta especialización puede deberse a causas diversas. De un lado, resultan claras las restricciones que el clima y el suelo plantean al desarrollo de cultivos; asimismo, el criterio con que desde el gobierno nacional se distribuyeron las tierras aptas en la etapa fundacional, a fines del Siglo XIX, favoreció el desarrollo de grandes establecimientos dedicados en forma casi exclusiva a la explotación ganadera en la modalidad extensiva. Pero, habiendo transcurrido más de una centuria, también pareciera existir una tradición cultural, una especie de regla no escrita aunque aceptada de manera implícita por los productores, por la cual se asume que la agricultura y, en general, cualquier actividad diferente a la ganadería ovina, resulta al menos de muy dudosa factibilidad en Tierra del Fuego. De hecho, en las estancias fueguinas apenas hay una limitada producción de forrajes para uso de los propios establecimientos, y sólo en los últimos años han comenzado a verificarse experiencias orientadas al llamado agroturismo.
Fuera de estas explotaciones que se podrían calificar como tradicionales, las iniciativas agrícolas han sido pocas y aisladas, cuando existen zonas de la isla con condiciones satisfactorias para su desenvolvimiento mediante la aplicación de la tecnología apropiada. La escasa actividad de esta índole se reduce a pequeñas parcelas que producen verduras y frutas finas, asentadas en las proximidades de las tres localidades urbanas, aunque todavía no han alcanzado relevancia ni consolidación.
Los establecimientos ganaderos —cuyos propietarios, como se verá en la segunda parte de este trabajo, conforman el sector empresarial de más larga tradición de los hoy existentes en la provincia— ocupan cerca de dos tercios de la superficie de la isla. Como se ha apuntado en el Capítulo precedente, casi la totalidad de los pastizales naturales se encuentra en las regiones de la estepa y el ecotono, lo que determina que las tierras de la región septentrional soporten la mayor carga animal media: más de la mitad de las existencias ovinas totales se ubican allí . También en ella se localiza la mayoría de los establecimientos grandes, con extensiones que promedian las 50.000 hectáreas y planteles del orden de las 40.000 cabezas de ovinos, los cuales suelen pastorear junto a los relativamente escasos vacunos.
En el ecotono, en cambio, los establecimientos tienen menores dimensiones, tanto en términos de superficie como de planteles, aunque es preciso señalar que en la isla no existen los minifundios. En esta región es donde se encuentra la mayor proporción de rodeo bovino, cuyo crecimiento estaría evidenciando un intento de diversificación por parte de los productores. Por último, en la cordillera la ganadería es escasa, limitada a unas pocas explotaciones; varias de ellas son campos de veranada pertenecientes a estancias ubicadas en el ecotono. Recibe aquella denominación la práctica de manejo ganadero que consiste en el traslado de animales durante la temporada de verano, a campos cuyos pastizales no pueden ser aprovechados en el invierno.
La raza ovina Corriedale —obtenida de la cruza de Lincoln y Merino— es la predominante, y está considerada de doble propósito, por sus aptitudes cárnica y lanera. Son animales rústicos, con características distintivas, tales como una resistencia a los rigores climáticos y un sistema dentario apropiado para aprehender las cortas hierbas de los campos isleños, que facilitaron su adaptación; la lana es de buena calidad, fina y abundante, y su carne resulta muy apreciada. Los planteles de esta especie alcanzan aproximadamente las 500.000 cabezas, representando entre 3,5 y 4% de la majada total del país ; no obstante, corresponde apuntar que el stock ovino muestra desde hace varios años una tendencia declinante, fenómeno correlacionado con el fuerte deterioro de los precios internacionales de la lana. Este proceso se vio agravado por la particular dureza del invierno de 1995, que provocó excepcionales niveles de mortandad en los planteles.
Las ovejas tienen una parición anual, de mediados de noviembre a diciembre; a continuación, y hasta febrero, se realiza la esquila, que por lo general es llevada a cabo por cuadrillas de trabajadores conocidas como comparsas, las cuales van recorriendo el país desde los campos de la Mesopotamia hacia el sur, alquilando sus servicios a los productores. La producción de lana fueguina, actualmente de unas 2.000 toneladas por año, es exportada casi en su totalidad.
Para el aprovechamiento de la carne, la hacienda se faena en el matadero municipal de Ushuaia y en las dos plantas existentes en la zona de influencia de Río Grande, una de ellas ubicada en la estancia “María Behety” y la otra en el ejido urbano; esta última está habilitada para exportar a países limítrofes y a las naciones árabes. No obstante, el destino predominante de esta oferta es el abastecimiento del mercado provincial, en su mayor parte para el consumo directo de la población, aunque la demanda de restaurantes y hoteles también está creciendo al ritmo impuesto por el pujante flujo turístico. De manera esporádica, se comercializan reproductores y hacienda en pie hacia otras provincias y el exterior.
En cuanto a los bovinos, el clima determina que la actividad se concentre entre los meses de septiembre y abril, época en que las pasturas no sufren las consecuencias del frío y la escasa radiación solar. Ello, además, obliga a los establecimientos a contar con reservas forrajeras para el invierno, tanto a través del aprovechamiento programado de pastizales como de la henificación o secado de hierbas para su suministro al ganado en forma diferida. Predomina la raza Hereford, que comprende cerca de los dos tercios de una existencia total de menos de 30.000 cabezas, valor que por cierto resulta irrelevante en el contexto de un país que posee 50 millones de vacunos. El producido de la faena atiende en su totalidad a la demanda interna.
Con menor significación, y en muchos casos de manera todavía embrionaria, se desarrolla la cría de porcinos, en establecimientos pequeños situados en las proximidades de las localidades urbanas, donde también se llevan a cabo algunas experiencias de avicultura.
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